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Tuesday, August 31, 2010

Aspectos melodicos del Canto

Aspectos melódicos del Canto.
Por: Alfredo Estrada Zavaleta.
Primavera del compositor Robert Schumann y el segundo movimiento “Largo” en la Novena Sinfonía “Nuevo Mundo” de Anton Dvorak, en los periodos del romanticismo y nacionalismo; reflejan esa notable variedad de recursos polifónicos y amplitud de sonidos, que permiten enriquecer el texto y la melodía en la forma de interpretación sensible y fervorosa. Sin embargo, tal repertorio del siglo XIX, fue el resultado de un claro proceso de evolución; conferido por tonalidades, el registro instrumental-vocal, la textura y las formas de composición, sustentadas en razón del pensamiento filosófico y las particulares emociones de sus respectivos creadores.
Así durante el siglo IX, se aprecian esas iniciales manifestaciones de la polifonía y la grafía musical (figuras de duración, claves y líneas), reemplazando al sistema de neumas y notación cuadrada; las cuales solo indicaban alturas relativas de sonidos con: virgas, punctum, clivis-flexa y podatus-pes. Las formas empleadas fueron entonces: Organum, conductus, motete isoritmico, gymmel y faux bordon; ya con la disposición de voces principales y secundarias, cuanto secciones de intervalos de cuartas, quintas y hasta sextas, que las separaban.
Mas, antes de dicho siglo y de acuerdo a la zona geográfica, la práctica y difusión del Canto; se fundamentó por obra de sus gestores, en razón de principios heredados de otros estilos y los propios en el tema de la litúrgia y los salmos. Surgieron por tanto, las expresiones del: Ambrosiano, bizantino, mozárabe, galicano, beneventano y gregoriano.
En algunos de ellos, la esencial monofonía o monodia, podía ir acompañada de una línea o voz grave continua (ison) como en el bizantino o de instrumentos con otra melodía para el mozárabe; a pesar de ello, tanto el registro vocal, las frases y los relativos intervalos, restringían esa interpretación al texto religioso y sus principales formas: Salmodias, antífonas, misas y responsorios. El canto ambrosiano-milanés, imponía cuatro formulas de antífonas, la secuencia en grados conjuntos y su determinante entonación, tras el esquema: Incipit-recitacion y cadencia. El mozárabe visto en Toledo y Castilla, consideraba dos partes: Arsis-arranque inicial y la Thesis-reposo final; inclusive admitía voces paralelas de quintas descendentes y cuartas ascendentes, con una sucesión variable de tiempos binarios y ternarios. El beneventano o del sur de Italia, era multifuncional, melismatico, no especificaba el solista o grupo de entonación y finalizaba en las tonalidades de sol o la. El bizantino, se cantaba en griego y utilizaba ocho modos, de acuerdo a su estructura poética podían clasificarse en: Troparion, kontakion o kanon y fijaba tres velocidades por la relación de las nota y las silabas.
Finalmente, el Gregoriano fue la recopilación de tales cantos en el denominado Antifonario, con ciertas modificaciones y que interpretado en latín, con base de los ocho modos y vocalizaciones (silábicas, salmodicas, neumáticas y melismaticas); tuvo una influencia muy marcada durante el Medievo, en las más importantes locaciones (Catedrales y Monasterios) y en su momento cedió a la música profana, ya a instancia de movimientos como el Ars Nova y las reformas del Renacimiento.

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