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Tuesday, March 03, 2009

DE LA REVOLUCION AL ROMANTICISMO.


Por: Alfredo Estrada Zavaleta.

Con el fragor de los compositores e intérpretes, surge un modo particular de la canción popular latinoamericana, especialmente: las tonadas mexicanas y sus connotaciones de afirmación nacional y expansión a través de la industria cinematográfica y los medios de difusión masiva, que en varias décadas han motivado la creación de ídolos artísticos, quienes a su vez son directos promotores del sentir del pueblo, en sus vertientes del campo social y político.


En este quehacer musical, la historia de México, refiere en multitud de apuntes y registros, esa ponderada acción por defender sus raíces y sus proclamas de libertad; tanto en la letra y la melodía de verdaderos himnos, que perduran en el tiempo y advierten ciertas innovaciones realizadas por las nuevas generaciones con sus grupos e instrumentos que van incorporando como parte de una realidad en progreso. Las rancheras, valses, sones, huapangos, corridos, marchas, fantasías, boleros y baladas; fulguran bajo el sentimiento de sus artífices en notas de alegría, coraje y tristeza, tras el soporte instrumental de cuerdas y vientos hacia originales formulas rítmicas y estilos de canto muy propios del folclore azteca, ya a partir de técnicas como: El falsete, la prolongación del sonido – crecendos y diminuendos - o quizás el énfasis dado con la potencia y el rigor en sus manifestaciones interpretativas y escénicas.

Un primer momento del Arte musical a este nivel, va con: La época Imperialista- Porfirista, cifrada en las sencillas melodías, animados ritmos y gracia de versos, propuestos por sus gestores en el siglo XIX; llevadas en los títulos de: La sandunga, La golondrina, Zacatecas, Sobre las Olas y otras. Mas tarde cobra valor, la fase Revolucionaria, casi dispuesta a partir de l, 911; la cual trae singulares obras del espíritu patriótico, que fortalecieron a los luchadores en el frente de batalla y claro esta la defensa del territorio y las exigencias del ámbito agrícola y cultural; fueron un emblema de tal magnitud: La cucaracha, La Valentina, La Adelita, La rielera, La Marieta y Con mi 30-30.

A futuro, los estudiosos señalan un proceso de particulares aspectos y análisis del estilo musical, de acuerdo a algunas fechas importantes y por décadas. Así son canciones de los veintes: Júrame, Donde estas corazón y Allá en el Rancho Grande. Los treintas son privilegiados por el surgimiento de Agustín Lara, los reclamos económicos de los derechos de autor y la organización de los Sindicatos; el repertorio estará integrado por: Te quiero dijiste, Aquellos ojos verdes, Farolito, Noche de Ronda, Veracruz, Guadalajara, etc. Los cuarentas, tendrán sentido en la oportunidad para los aficionados en la Radio XEW y la aparición de figuras como: José Alfredo Jiménez y Lola Beltrán; las melodías de esta etapa: Granada, Flor de Azalea, Noche de Estrellas, La Bamba, México Lindo y querido y otras. Los cincuentas ofrecerán en ciernes el cultivo de los corridos por los cantantes y el efecto de la Televisión, ampliando las fronteras del arte; que refieren: Ojos tapatíos, El jinete, Cu cu rru cu cu Paloma y Ella. El periodo de los sesentas, supondrá la consolidación de la Sociedad de Autores y compositores y la ocasión de las Olimpiadas en l, 968 la plataforma ideal de presentar al mundo las coloridas expresiones de México.

Posteriormente, el repertorio nacional se ha visto enriquecido con baladas y diferentes propuestas rítmicas, arreglos modernos, instrumentos, coreografías y temática en general; desde ya, una corriente que sigue imponiéndose en el mundo por la fuerza e ímpetu en la permanente conquista del mercado: discográfico, televisivo, radial, en línea y que es objeto de premiaciones en diversos Festivales y Concursos; cuanto nominaciones al Grammy.