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Wednesday, September 28, 2011

Magica suite espacial

MÁGICA SUITE ESPACIAL.




Por: Alfredo Estrada Zavaleta.





Observar la infinidad de cuerpos celestes, la composición de sugerentes figuras geométricas y su efecto en las condiciones climáticas de nuestro planeta; fue siempre una fascinante experiencia para el Ser Humano, que los relaciono con los personajes de la mitología en sus particulares hazañas y proezas. A partir del siglo XIX, el francés Julio Verne, nos ofreció algunos detalles sobre el viaje al único satélite lunar; que posteriormente, tanto las misiones rusas y norteamericanas, fueron ampliando en distancia y estudios de las superficies, niveles de luminosidad y existencia.



Sin embargo, las perspectivas de encuentro Hombre-Seres extraterrestres; se resumían en: a) Sus aventuras espaciales en permanente supervivencia y b) La invasión de la Tierra utilizando sofisticadas naves. Un importante motivo de acción noticiosa, que se enriqueció desde la segunda mitad del siglo XX, a través de: Series, películas, objetos a escala, avistamientos de ovnis y los beneficios en el plano de la comunicación satelital.



Al respecto, la producción musical, la suite “Los Planetas” de Gustav Holst, prospera en la sensación de las innovadoras corrientes promovidas por: Debussy, Stravinski y Schonberg; con un evidente sustento metafórico, extrema variedad de timbres orquestales en combinaciones armónicas de gran carácter. La obra nos impacta y mantiene alborozados, por su significado astrológico y sus singulares patrones rítmicos, cuanto su textura melódica misteriosa y subjetiva de trazos armónicos disonantes.



Estrenada en agradecimiento al compositor y mecenas Henry Balfour Gardiner, en la Sala del Queen’s Hall el 29 de setiembre de l, 918 y mediante Audición pública, el 15 de noviembre de l,920; ambas definidas con sus siete movimientos y resultado del trabajo de Holst en momentos de la conflagración europea, asumida especialmente durante la creación del primer movimiento: Marte, el mensajero de la guerra. En sus distintas partes, nos comunica el rol del protagonista y la expresión sonora de su fortaleza, según el molde de la divinidad.



Aparece, el victorioso Marte en la suerte de ostinatos y con base del compas en cinco cuartos; luego, la pacifica Venus, la suave interpretación de arpas y vientos; el veloz Mercurio, llevado en la típica agilidad y bitonalidad; el festivo Júpiter, señalado en su majestuosidad y forma del scherzo; Saturno, anclado por la senda de inquietud y calma de secciones amplias; el mago Urano, muy cambiante con la puesta de intervalos y serie de acordes que indican las peripecias en lectura del sortilegio; y el místico Neptuno, representado en una gama de sonidos etéreos e inserción del un coro femenino.



Una obra de gran magnitud estética y cuyos componentes musicales, nos ubican justamente en la inmensidad del espacio, la velocidad de los cuerpos celestes que lo forman y esa imaginaria melodía sideral de continuas transformaciones.