BOCHORNOSA PROTESTA

BOCHORNOSA PROTESTA

Por: Alfredo Estrada Zavaleta.

Durante el gobierno de Alejandro Toledo, la ocupación de las principales avenidas, jirones y Plaza de Armas de Trujillo, se considero una práctica común y corriente, ante la inacción de los responsables por mantener la tranquilidad ciudadana y la realización de las actividades, laboral, económica y financiera.

En dicha circunstancia, ciertos sectores políticos del país justificaban la medida, en patrones de gritos, pintas, enfrentamientos y colerinas hepáticas de sus impulsores; no obstante, que las razones de peso eran muy superficiales y premunidas de ese “tufillo” a propiciar como siempre el caos y tal vez una meridiana presión favorable sus intereses. Todo esto programado y dirigido por los miembros de una cúpula, que recurría al fragor de sus seguidores por la falta de lucidez en sus ideas políticas y el fracaso en el plano electoral.

Sin embargo, como se advierte y tal vez con reservas en su aplicación; el primer espacio público y algunas calles de nuestra ciudad hace varios meses, están restringidas al libre tránsito vehicular en los días y horas establecidos. En sí, una medida que ha significado beneficios y desventajas para todos; pero una posibilidad de evitar, las provocadoras e infortunadas escenas de protesta con el rigor y sazón de un grupo de transportistas, que exigen lo que no se aprecia en el empleo de sus unidades; es decir: Buen trato y comodidad.

Lo ocurrido el miércoles 23 y desde las primeras horas, con un pintoresco numero de propietarios, conductores y vehículos; será una faceta más de aquellos que confunden servicio de transporte público, con un entrenamiento para la guerra o tal vez un circuito de máxima velocidad y lugar para contaminar con sus estridentes bocinas y smog. Entonces, si vale limitar el ingreso de vehículos, porque los ciudadanos y los turistas, tienen derecho a disfrutar del esplendor de Trujillo, sus solariegas casas y pacíficos jirones.